domingo, 22 de noviembre de 2015

JESÚS LLORA

En la festividad de Cristo Rey , el Papa nos muestra la necesidad que tiene el cristiano de entender, con la dificultad que eso conlleva, que la fuerza del reino del Señor es el amor, y que Él se revela como rey en el “fracaso” de la cruz en el calvario. “decir que Jesús ha dado su vida por el mundo es verdad, pero es más bello decir: ‘¡Ha dado su vida por mí!
Y esta es la fuerza del reino de Cristo: el amor. En el fracaso de la ambición humana, que podemos ver el triunfo de la cruz, ahí está la gratuidad del amor”.

“En el fracaso de la cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que nos da Jesús. Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia de la cruz y a la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que se presenta como el cumplimiento de una vida donada en la total entrega de sí en favor de la humanidad”,

En esta semana de miedos,  de terrores en el mundo por el horror de las guerras el día 19 en su homilía en Santa Marta nos muestra ese Cristo Rey que llora:

“Todo el mundo” hoy  “está en in guerra”, por la cual “no hay justificación”. Y el rechazo del  “camino de la paz” hace que Dios mismo, que Jesús mismo, lloren.
¿Qué queda de una guerra, de ésta, que estamos viviendo ahora?”:
¿Qué queda? Ruinas, miles de niños sin educación, tantos muertos inocentes: ¡tantos!, y tanto dinero en los bolsillos de los traficantes de armas.
«Jesús lloró», afirmó Francisco en la homilía del día 19 de noviembre, Lucas 19, 41-44.
Cuando «se acercó a Jerusalén», el Señor «lloró al ver la ciudad». ¿Por qué? Es Jesús mismo quien responde:
 «¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos». Así, pues, Él «llora porque Jerusalén no había comprendido el camino de la paz y había elegido la senda de las enemistades, del odio, de la guerra».
«También hoy Jesús llora, porque nosotros hemos preferido el camino de las guerras, la senda del odio, la senda de las enemistades»


Finalizamos con el deseo de sus palabras «a las puertas de este Jubileo de la misericordia que nuestro jubileo, nuestra alegría, sea la gracia de que el mundo vuelva a encontrar la capacidad de llorar  por lo que causa con las guerras».

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