jueves, 25 de marzo de 2010

Romero  fue capaz de escuchar a Dios olvidándose de sus prejuicios e ideas. Salió de su mundo y sus tareas para vivir volcado en las necesidades de los más débiles. Desde que dejó que la realidad entrara en su corazón –y su oración- se fue enamorando, o mejor dicho reencontrando, con su pueblo, y pudo reconocer en él a los favoritos de Dios. Muchas veces me pregunto dónde están los Romero de hoy.

Pero también aprendo en Romero que mirando la realidad desde Dios, mi vida puede transformarse. Que mirando a los hombres y mujeres como hermanos puedo descubrir el sentido profundo de palabras como encarnación, bienaventurados, misericordia, justicia. Que las decisiones que cambian de verdad mi vida no dependen de mis fuerzas, sino de dejar que Dios haga en mí. Un Dios que se hace doblemente presente en mi vida desde la oración y el mundo. Dos caminos que nunca pueden separarse y que unidos me invitan a tomar partido en este mundo injusto desde mis posibilidades, capacidades y limitaciones. Y sobre todo Romero me recuerda que el Dios en el que creo es un Dios de esperanza y vida, para el que la muerte y el sufrimiento nunca tienen la última palabra, sino su deseo de salvación para todos los hombres.

Tomado de pastoral sj
Por Roberto Arnanz 

martes, 2 de marzo de 2010

Pascua de familias 2010

Momento de Oración
Celebración de los momentos fuertes del Triduo Pascual
Tiempo de confrontación, diálogo y búsqueda en común
Disfrutaremos del entorno


Ponte en contacto con nosotros si estás interesado antes del 22 de marzo