En la festividad
de Cristo Rey , el Papa nos muestra la necesidad que tiene el cristiano de
entender, con la dificultad que eso conlleva, que la fuerza del reino del Señor
es el amor, y que Él se revela como rey
en el “fracaso” de la cruz en el calvario. “decir que Jesús ha dado su vida por
el mundo es verdad, pero es más bello decir: ‘¡Ha dado su vida por mí!
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“En el fracaso de la cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que nos da Jesús. Hablar de
potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la
potencia de la cruz y a la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece
firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que se presenta como el
cumplimiento de una vida donada en la total entrega de sí en favor de la
humanidad”,
En esta
semana de miedos, de terrores en el
mundo por el horror de las guerras el día 19 en su homilía en Santa Marta nos muestra
ese Cristo Rey que llora:
“Todo el mundo” hoy “está en in
guerra”, por la cual “no hay justificación”. Y el rechazo del “camino de
la paz” hace que Dios mismo, que Jesús mismo, lloren.
¿Qué queda
de una guerra, de ésta, que estamos viviendo ahora?”:
¿Qué queda?
Ruinas, miles de niños sin educación, tantos muertos inocentes: ¡tantos!, y
tanto dinero en los bolsillos de los traficantes de armas.
«Jesús lloró», afirmó Francisco en la homilía
del día 19 de noviembre, Lucas 19,
41-44.
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«¡Si reconocieras tú también en este día lo que
conduce a la paz! Pero ahora
está escondido a tus ojos». Así, pues, Él «llora porque Jerusalén no había
comprendido el camino de la paz y había elegido la senda de las enemistades,
del odio, de la guerra».
«También hoy Jesús llora, porque
nosotros hemos preferido el camino de las guerras, la senda del odio, la senda
de las enemistades»
Finalizamos con el deseo de sus palabras
«a las puertas de este Jubileo de la
misericordia que nuestro jubileo,
nuestra alegría, sea la gracia de que el mundo
vuelva a encontrar la capacidad de llorar por lo que causa con las guerras».
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