Cuando alguien
nos deja, siempre es una pérdida, en este caso, Lucila, la Madre General de las
Misioneras Cruzadas de la Iglesia, además nos deja un poco más solos.
A pesar de
ser General, siempre ha estado atenta, pendiente y sobre todo cercana a las
iniciativas, ideas, proyectos, que desde el GM se han ido lanzando.
A pesar de
que su servicio a la congregación ha estado ligado a “cargos”, ella siempre ha
sido una persona accesible a cualquier petición o situación que se presentase.
Trabajar con
ella desde hace años en las Pascuas Juveniles y ahora desde la ONG Bajar a la
calle sin fronteras, te hace descubrir que había una persona con las ideas
claras y totalmente íntegra en su responsabilidad y trabajo.
Gracias por todo
Mi espíritu tranquilo, no siento ni veo nada,
pero si tengo luz necesaria para caminar.
Él me lleva. Mi alma está
tranquila, llena de confianza en Dios
Nazaria Ignacia
ADELATE, SIEMPRE ADELANTE