El amor de Dios que se derrama, que se nos regala, es para que nosotros lo derramemos y lo entreguemos con nuestra vida, en el mundo, en las realidades concretas de nuestra vida: en la familia, en el trabajo, en el barrio, en las relaciones, en la universidad, en la parroquia, en el pueblo..... En lo concreto de nuestra vida donde hoy el Espíritu nos envía a ser luz.
FELIZ VENIDA DEL ESPÍRITU